Sin lugar a dudas, éste es el acontecimiento histórico por el que el nombre de Bailén resuena en todo el mundo. Una gloriosa contienda que enfrentó el inexpugnable poder de combate por parte del ejército francés contra el coraje y la valentía de unas tropas españolas apoyadas por el pueblo, que finalizaría con la primera derrota en campo abierto de los galos, en toda Europa.
Así pues, para contextualizar la situación en la que se encontraba España anteriormente a la Batalla de Bailén de 1808, debemos remontarnos a una recesión económica y la falta de voluntad de gobierno por parte del Rey Carlos IV, sometido a su vez por su esposa la Reina María Luisa de Parma y el Ministro Manuel Godoy, así como al deseo de ambos de que el hijo de SS.MM., Fernando VII, heredara el trono, lo cual dio lugar a que Napoleón aprovechase su oportunidad y con la excusa de atravesar la Península para poder llegar a Portugal, con la intención de conquistarlo (“Tratado de Fontainebleu”), proporcionaban todos los ingredientes para que este los obligase a abdicar en las llamadas “Abdicaciones de Bayona”, en este caso a padre e hijo, mientras que puso en el trono español a su hermano José I Bonaparte, dando lugar al inicio de la Guerra de la Independencia Española y, obligando a la Familia Real a exiliarse.
Asimismo, el emperador de los franceses tenía el dominio de casi todo el continente europeo, salvo de Inglaterra por su difícil acceso. Por tanto, era fundamental cerrar las costas de Portugal y así bloquear su tráfico comercial. A través de un tratado con España, acuerdan invadirlo, permitiendo a las tropas francesas atravesar la península.



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